Si algo he aprendido a lo largo de mi vida profesional es que cuando una puerta se cierra hay que hacer por abrir una ventana. Cuando terminé la carrera de Interiorismo en 2010 –exacto, en plena crisis económica– no podía imaginar que la ausencia de ofertas laborales de aquella época me llevaría a reinventarme y a descubrir lo que realmente me apasiona: la artesanía.

Siempre me gustó crear con mis propias manos y unas cuantas herramientas. Empecé por pura afición modelando el fimo. Diseñaba piezas con las que componía colgantes, pendientes y pulseras y continué explorando otros materiales como el fieltro y el cuero. Para entonces ya no había marcha atrás, ¡me encantaba lo que hacía! Y, afortunadamente, también a mis amistades y conocidos. Pronto empecé a recibir encargos y peticiones, así que bajo el sobrenombre Dejaqueteaboche, comencé a visitar pequeños mercados en los que poder dar a conocer mis creaciones.

Hace ocho años comencé a pintar y personalizar abanicos y a día de hoy son mi producto estrella. La buena acogida que tuvieron me animó a visitar mercados de artesanía más grandes y terminé enamorándome de la vida nómada. Amplié la producción y me animé con los textiles y las tazas. Todo pintado a mano con mucho amor.

Actualmente, bajo la marca Saray Bermúdez Design, puedo decir que estoy cumpliendo mi sueño. Disfruto de cada parte del proceso, desde la elección de los materiales pasando por el momento íntimo de darles forma, dejando volar mi creatividad, hasta el contacto final con mis clientes, tanto en mi puesto en el mercado como a través del mail para gestionar los encargos que recibo.

Después de más de una década dibujando, pintando, modelando, cosiendo… solo puedo asegurar que lo haría mil veces más. Utilizar técnicas tradicionales para dejar una impronta personal y contemporánea en mis diseños es un reto continuo con el que no dejo de crecer. Me apasiona mi trabajo y espero que, si alguna vez adquieres algunos de mis productos, lo disfrutes tanto como yo he disfrutado elaborándolo.